“Juli, cuna de la diablada”



Los jesuitas fundaron los autos sacramentales más antiguos en Chucuito. Muestra de ello, los rastros del catolicismo están en la ciudad de Juli y pueblos aledaños, éstas poseen la mayor cantidad de templos en el continente; por ello se le denomina "La Pequeña Roma de América". De allí se expandió las ramificaciones misioneras hacia: Bolivia, Paraguay, Argentina y Chile; esto en el siglo XVI". 


El profesor Lauro Rodríguez Terceros, director del Ballet Chela Urquidi de Bolivia -el más grande e importante después del Ballet Nacional de Danzas de Bolivia-, ha escrito un sabroso artículo que narra: "... la ciudad de Puno pertenecía al obispado de La Paz, sociológicamente la ciudad de Puno es uno de los crisoles más grandes de América, en las culturas prehispánicas, quechuas, aymaras, urus, lupacas, chiriguanos, etc.

Solo en el caso de los lupacas que habitaban en lo que hoy es la ciudad de Juli (capital del Chucuito) a más de cuatro mil metros sobre nivel del mar. Los jesuitas se asentaron con la santa inquisición para adoctrinar a los lupacas que los consideraban como una cultura que escondía el oro, la plata y las minas. Allí estuvieron los jesuitas difundiendo la cultura y la religión durante más de dos siglos. (Se le puede recordar por el primer diccionario de aymará ? castellano del padre Ludovico Vertonio, que se editó en Juli en 1602).
La ciudad de Juli es famosa por sus templos, la llaman también la Roma Aymará y es precisamente en esa ciudad donde la iglesia hace la representación de los siete pecados capitales para cristianizar a los lupacas". 

Pero la parte más importante es donde nuestro vecino boliviano admite lo que sus paisanos hoy pretenden cubrir con su necedad, es esto: "... Es uno de los centros culturales donde más se difunde el "diablo" y no podemos cometer la ingenuidad o torpeza de decir que la diablada es de Oruro, porque la diablada de Oruro no tiene más origen que después de la Guerra del Chaco, la diablada originaria no es de máscara de lata, es de yeso, de capa bordada..."



Desde el punto de vista antropológico cultural, podemos señalar que el diablo es una deidad de la religión católica impuesta en las culturas aymaras y quechuas -no asimilada-, que el destacado director artístico y coreógrafo boliviano, también rescata, y que el ministro de Cultura de ese país, Pablo Groux, ignora. "estos dos países tienen las mismas costumbres, mitos, supersticiones, etc., solo con algunas peculiaridades que las diferencian pero no en la esencia, por estas y otras cosas es que los dos pueblos se llaman hermanos". No más palabras.




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